viernes, 29 de febrero de 2008

¡Felicidades Igone e Ignacio!


Dos palabrincos, ambos con nombre que comienza por i latina, han cumplido años en los últimos días.

¡FELICIDADES, amigos de las letras!

Me consta que os gusta mucho leer y eso es casi tan bueno como cumplir años, porque leer nos ayuda a crecer.
De la misma forma que tomáis leche para que el calcio fortalezca vuestros huesos, leer fortalece vuestro cerebro, que sólo tenéis uno para toda la vida y no 206 y no se puede escayolar si sufre un accidente, ¡así de importante es lo que está dentro de vuestra cabeza!

Voy a ir subiendo los cuentos de Febrero, aunque ya sé que algunos incluso los habéis leido en clase...

:-D

Gracias por leerme, me hacéis una mami escritora tan feliz como un niño en su fiesta de cumpleaños.


sábado, 16 de febrero de 2008

Esta semana cumplen años...

... Valeria y María, el día 12 y el 17 de febrero respectivamente.

Está visto que la entrada de año es una época estupenda para que nazcan Palabrincos.

Valeria lo celebra hoy y María mañana. Desde Palabrincos les deseamos un cumpleaños lo más feliz que se pueda uno imaginar.

Y entre hoy y mañana subiremos sus cuentos de cumpleaños. Seguro que con tantos regalos y fiestas apenas tendrán tiempo para leer, pero cuando todo el jaleo pase, a lo mejor les apetece descansar un poquito con unas letras escritas pensando en ellas, para que nunca olviden su noveno cumpleaños.

Un palabrincabrazo y que este nuevo año lo gastéis leyendo mucho más que el anterior. Ahora ya podéis atacar los libros casi de mayores. ¡Hay novelas estupendas para niños que os están esperando!

jueves, 7 de febrero de 2008

Unas gafas para Nuria

Unas gafas para Nuria.


A Nuria no terminaban de gustarle sus gafas nuevas.
No sabía si era por el color, porque se le manchaban cuando llovía, y en su ciudad llovía mucho, o porque las patillas se le enredaban en el pelo, pero no terminaban de convencerla.
Se encontraba rara con ellas.
Y eso que la señora que se las había vendido era de lo más simpática. Debía ser la dependienta de óptica más divertida y afable de todo el mundo. La hizo reir, le regaló caramelos, jugó con ella y hasta le hizo un par de trucos de magia con cristales y monturas. Era una señora de pelo blanco, pero no demasiado mayor, regordeta pero con todas las curvas muy bien puestas bajo su bata blanca y larga, aparentando ser más confortable que gorda. De hecho, cuando salieron de la tienda, Nuria comentó:

-- Esa señora se parecía al hada Flora.
-- ¿Flora? -- preguntó su padre, que como todos los padres despistados nunca se terminan de aprender los nombres de los personajes de los cuentos y las pelis de niños -- ¿Ya estudiáis flora en Conocimiento del Medio en tercero? ¡Dentro de nada nos saldrá botánica!
-- ¡Que no, papá! – se rió Nuria – Que no te enteras. Que Flora es una de las tres hadas de la Bella Durmiente. Son tres: Flora, la que viste de rosa, Fauna, de verde y Primavera que va de azul.


Así que cuando fueron a recoger las gafas, Nuria iba muy contenta, esperando pasarse otro rato divertido con la óptica que se parecía a Flora.
Pero no estaba. Había tenido que salir a una urgencia de trabajo, les explicó un azorado dependiente, que no parecía saber muy bien dónde tenía el pie derecho ni el izquierdo, porque tropezaba todo el rato con los dos.

-- Me gustaría saber qué urgencia puede aparecer en una óptica – le susurró la mamá de Nuria al oído mientras el empleado revolvía y revolvía cajones a sus espaldas, buscando las gafas de Nuria.
-- Tal vez a alguien se le han muerto las lentillas y ha tenido que ir a reanimarlas -- bromeó Nuria.

-- ¡Ah, estas seguro que son! -- exclamó por fin el dependiente – Ada dijo que te preparaba una funda muy especial como regalo, y esta es preciosa. Pruébatelas.

¡Se llamaba Ada la señora!
No podía ser de otra forma, pensó Nuria mientras se probaba las gafas. No recordaba aquella montura, pero como se había probado tantas y se había reído tanto, tampoco estaba segura de cuál había elegido al final.

La caja era realmente estupenda: Toda de color amarillo, su color preferido, cuajada de piedras brillantes y purpurina. ¡Era como el vestido de princesa de cualquier gafa! Por dentro estaba forrada de terciopelo dorado y llevaba escrito un lema en la parte interior de la tapa:
“ Utilízame bien y te regalaré un mundo nuevo”.

Y en verdad, eso sintió Nuria cuando salió de la tienda con sus gafas nuevas: ¡Todo se veía mejor! Los colores más brillantes, las personas, más nítidas; podía leer letreros que estaban muy muy lejos y distinguir detalles que no sabía que hubieran estado antes allí.

A pesar de que Nuria no se sentía del todo convencida con sus gafas nuevas, sí le gustaban los cambios que notaba gracias a ellas.
No solamente veía mejor y ya no le dolía nada la cabeza cuando veía la tele, sino que empezó a darse cuenta de que podía “ver” lo que sucedía dentro de las personas.
Cuando dos de sus mejores amigas riñeron en el patio, ella, sin saber cómo, pudo ver que en realidad no estaban enfadadas, sino que una estaba dolida porque la otra se había burlado de su peinado, pero que se querían. Nuria se lo dijo, y al final las tres terminaron abrazándose.
También pudo notar cómo una tía suya estaba embarazada antes de que ni el médico se lo dijera. ¡Y le dijo que iba a tener una niña y que iba a ser una morenita guapísima que se llamaría Yanire! Y acertó.
También descubrió que una profesora de su colegio estaba muy triste porque le habían detectado una enfermedad, y convenció a sus compañeros para organizarle una fiesta sorpresa que le hizo tanta ilusión que mejoró mucho en su recuperación.
Las gafas seguían sin adaptarse del todo a su cara, pero era divertido llevarlas.

Un día, unos tres meses después de haber empezado a llevar sus gafas que todo lo podían ver, tuvo una sorpresa a la hora del recreo. ¡Apareció la señora de la óptica, Ada, tras los barrotes!

Quería hablar con ella.

-- Menos mal que te he encontrado, Nuria. Llevo visitando colegios un montón de semanas.
-- ¡ Hola! ¿Y para qué querías encontrarme?
-- Pues…verás…resulta que ha habido un tonto error. ¿Vas a estar en el parque hoy por la tarde?
-- Sí. Me llevan mis padres después de clase de baile.
-- Pues dime qué parque es y nos veremos allí, que ya debes regresar a clase.

Esa tarde Ada estaba esperándola en el parque. Saludó a sus padres y les pidió permiso para ir a jugar con Nuria un rato a solas.

-- Nuria, tengo que contarte un secreto que no pueden saber los mayores, por eso necesitaba hablar contigo a solas.
Nuria estaba intrigada…¿un secreto?
--Verás, resulta que mi dependiente se confundió y las gafas que te dio no son las tuyas, son las mías.
-- Pero si veo bien con ellas…-- se extrañó.-- ¿Cómo no van a ser las mías?
-- Es que estas gafas…son mágicas – le confesó Ada—Se adaptan a los ojos que las tienen, por eso ves perfectamente, no necesitan graduarse.
-- ¿Mágicas? – Nuria abrió tanto los ojos que las pestañas se le salieron de las gafas -- ¡Ahora entiendo lo que veía!
-- ¿Has notado sus poderes? – se sorprendió Ada.
-- Veo cosas nuevas, que los demás no ven, y no me refiero solamente a los subtítulos de la tele. Veo sentimientos, pensamientos, eso…

Ada frunció la nariz mientras se quedaba en silencio.

--¿Sabes? – le dijo – Al final me parece que no ha habido ningún error. Las gafas te encontraron, porque tú tienes el don de la magia. Seguro que de mayor serás un hada madrina, como yo.

--¿Tú eres un hada madrina? – Nuria alucinaba. ¡Le parecía estar dentro de un cuento de esos que tanto le gustaba leer! – Ya me parecía que te parecías a Flora.
-- Flora fue mi tatatatatatatarabuela. Pero ese no es el tema ahora…tenemos que arreglar el asunto de las gafas, que tus padres ya vienen a recogerte, tienes que hacer los deberes.
-- ¿Te devuelvo tus gafas?
-- No hace falta, espera. – Y mientras decía eso tocó las gafas de Nuria con su dedo índice, y durante unos instantes las gafas brillaron como cien fuegos artificiales. La niña notó cómo parecían cambiar y adaptarse a su carita.
-- ¡Ya no me aprietan!
-- Claro, ahora estas gafas sí son las tuyas. Acabo de adaptar la montura a ti. Yo me fabricaré otras. Estas gafas son para ti, han querido ir contigo y te enseñarán a ser una buena aprendiza de hada.
-- ¿Y cómo podré serlo?
-- Ayudando a los demás siempre que puedas. Y viniendo a visitarme a la tienda de vez en cuando…yo te enseñaré a fabricar cristales especiales, de esos que tú y yo sabemos que hacen al mundo mejor, ¿verdad? –le guiñó un ojo al decírselo, mientras saludaba con la mano a los papás que ya venían a buscarla.

-- ¡Sí! De mayor voy a ser hada y oculista –decidió Nuria.
-- ¿Así que oculista? – le preguntó su madre que ya estaba a su lado y la había escuchado-- ¡Qué bien! Pero para eso vas a tener que empezar por hacer tus deberes todos los días, ahora que ya no te duele la cabeza al leer.
-- Ya nunca más me va a doler la cabeza – le dijo Nuria mientras despedía a su nueva amiga Hada Madrina -- ¡Tengo las mejores gafas del mundo!

Y, al decir esto, las gafas de Nuria brillaron como pequeñas estrellitas.

¡¡¡Felicidades, Nuria!!!


Nuria G., una de nuestras Palabrincos más activas, cumplió años el pasado martes de Carnaval.
Lo celebra con sus amiguitos el próximo sábado, y le deseamos que lo pase muy muy muy muy muy pero que muy bien.
A continuación vamos a subir tu cuento, dedicado a ti especialmente, por tus nueve añazos y tu sonrisa de cumpleaños.
Un palabrincobrazo y nueve tirones de orejas, ¡pero sin que duelan!