jueves, 19 de junio de 2008

Palabrincos Colegio San Lorenzo

Hoy es el último día lectivo en el Colegio San Lorenzo, el cole al que asisten casi todos mis Palabrincos.

Mami Palabrinca lleva una racha ausente de la red, se estropearon dos ordenadores, pérdida de datos, enfermedades varias...

Pero los Palabrincos resisten, y a pesar de no haber subido nuevas historias a la red, aquí estamos.

Ahora sólo voy a desearos unas mmmmmmuy felices vacaciones, que disfrutéis mucho, que tengáis muy buen tiempo para esas actividades al aire libre que no se pueden practicar durante el curso y, POR SUPUESTO,

que leáis mucho, mucho, mucho, mucho.

Empezaré a subir cuentos nuevos, cuentos antiguos, cuentos prestados, cuentos de primera y cuentos de segunda mano...
y enlaces a webs educativas a partir de hoy mismo, pero recordad que el verano no está para estudiar, sino

PARA LEER Y JUGAR.

Si alguno no tiene carnet de biblioteca es un momento estupendo para pedirle a los papis que os lo saquen. Las bibliotecas tienen tantos libros que es imposible que no encontréis alguno que trate de algo que os guste: hadas, princesas, deportes, detectives, aventuras, dinosaurios, magia...
hay libros casi para cada entrada del diccionario.

Mi Palabrinca mayor, Albira, quiere leerse este verano la cole de Kika Superbruja, por ejemplo. También tiene que terminar las aventuras de Los Hollister, cinco hermanos canadienses que son casi detectives y resuelven misterios.

Mi Palabrinca minor, Ali, está sacando de nuestra biblioteca más cercana la cole de DVDs de Érase una vez el hombre, y el benjamín, Mario, la acompaña para ver la serie y ya canta la música.

Porque las bibliotecas también prestan DVDs, CDs de música, y muchas incluso tienen revistas infantiles.

En verano, visita tu biblioteca, es un mundo casi tan mágico como el Colegio Hogwarts, el de Harry Potter, el libro infantil más vendido de todos los tiempos.

Feliz verano y felices lecturas.

¡Ah, y muchas bibliotecas también disponen de acceso gratuito a internet, así que no os olvidéis de visitarnos, sólo tenéis que buscar en Google: Palabrincos, y llegáis hasta nosotros!

María de Juan, Mami Q.

viernes, 29 de febrero de 2008

¡Felicidades Igone e Ignacio!


Dos palabrincos, ambos con nombre que comienza por i latina, han cumplido años en los últimos días.

¡FELICIDADES, amigos de las letras!

Me consta que os gusta mucho leer y eso es casi tan bueno como cumplir años, porque leer nos ayuda a crecer.
De la misma forma que tomáis leche para que el calcio fortalezca vuestros huesos, leer fortalece vuestro cerebro, que sólo tenéis uno para toda la vida y no 206 y no se puede escayolar si sufre un accidente, ¡así de importante es lo que está dentro de vuestra cabeza!

Voy a ir subiendo los cuentos de Febrero, aunque ya sé que algunos incluso los habéis leido en clase...

:-D

Gracias por leerme, me hacéis una mami escritora tan feliz como un niño en su fiesta de cumpleaños.


sábado, 16 de febrero de 2008

Esta semana cumplen años...

... Valeria y María, el día 12 y el 17 de febrero respectivamente.

Está visto que la entrada de año es una época estupenda para que nazcan Palabrincos.

Valeria lo celebra hoy y María mañana. Desde Palabrincos les deseamos un cumpleaños lo más feliz que se pueda uno imaginar.

Y entre hoy y mañana subiremos sus cuentos de cumpleaños. Seguro que con tantos regalos y fiestas apenas tendrán tiempo para leer, pero cuando todo el jaleo pase, a lo mejor les apetece descansar un poquito con unas letras escritas pensando en ellas, para que nunca olviden su noveno cumpleaños.

Un palabrincabrazo y que este nuevo año lo gastéis leyendo mucho más que el anterior. Ahora ya podéis atacar los libros casi de mayores. ¡Hay novelas estupendas para niños que os están esperando!

jueves, 7 de febrero de 2008

Unas gafas para Nuria

Unas gafas para Nuria.


A Nuria no terminaban de gustarle sus gafas nuevas.
No sabía si era por el color, porque se le manchaban cuando llovía, y en su ciudad llovía mucho, o porque las patillas se le enredaban en el pelo, pero no terminaban de convencerla.
Se encontraba rara con ellas.
Y eso que la señora que se las había vendido era de lo más simpática. Debía ser la dependienta de óptica más divertida y afable de todo el mundo. La hizo reir, le regaló caramelos, jugó con ella y hasta le hizo un par de trucos de magia con cristales y monturas. Era una señora de pelo blanco, pero no demasiado mayor, regordeta pero con todas las curvas muy bien puestas bajo su bata blanca y larga, aparentando ser más confortable que gorda. De hecho, cuando salieron de la tienda, Nuria comentó:

-- Esa señora se parecía al hada Flora.
-- ¿Flora? -- preguntó su padre, que como todos los padres despistados nunca se terminan de aprender los nombres de los personajes de los cuentos y las pelis de niños -- ¿Ya estudiáis flora en Conocimiento del Medio en tercero? ¡Dentro de nada nos saldrá botánica!
-- ¡Que no, papá! – se rió Nuria – Que no te enteras. Que Flora es una de las tres hadas de la Bella Durmiente. Son tres: Flora, la que viste de rosa, Fauna, de verde y Primavera que va de azul.


Así que cuando fueron a recoger las gafas, Nuria iba muy contenta, esperando pasarse otro rato divertido con la óptica que se parecía a Flora.
Pero no estaba. Había tenido que salir a una urgencia de trabajo, les explicó un azorado dependiente, que no parecía saber muy bien dónde tenía el pie derecho ni el izquierdo, porque tropezaba todo el rato con los dos.

-- Me gustaría saber qué urgencia puede aparecer en una óptica – le susurró la mamá de Nuria al oído mientras el empleado revolvía y revolvía cajones a sus espaldas, buscando las gafas de Nuria.
-- Tal vez a alguien se le han muerto las lentillas y ha tenido que ir a reanimarlas -- bromeó Nuria.

-- ¡Ah, estas seguro que son! -- exclamó por fin el dependiente – Ada dijo que te preparaba una funda muy especial como regalo, y esta es preciosa. Pruébatelas.

¡Se llamaba Ada la señora!
No podía ser de otra forma, pensó Nuria mientras se probaba las gafas. No recordaba aquella montura, pero como se había probado tantas y se había reído tanto, tampoco estaba segura de cuál había elegido al final.

La caja era realmente estupenda: Toda de color amarillo, su color preferido, cuajada de piedras brillantes y purpurina. ¡Era como el vestido de princesa de cualquier gafa! Por dentro estaba forrada de terciopelo dorado y llevaba escrito un lema en la parte interior de la tapa:
“ Utilízame bien y te regalaré un mundo nuevo”.

Y en verdad, eso sintió Nuria cuando salió de la tienda con sus gafas nuevas: ¡Todo se veía mejor! Los colores más brillantes, las personas, más nítidas; podía leer letreros que estaban muy muy lejos y distinguir detalles que no sabía que hubieran estado antes allí.

A pesar de que Nuria no se sentía del todo convencida con sus gafas nuevas, sí le gustaban los cambios que notaba gracias a ellas.
No solamente veía mejor y ya no le dolía nada la cabeza cuando veía la tele, sino que empezó a darse cuenta de que podía “ver” lo que sucedía dentro de las personas.
Cuando dos de sus mejores amigas riñeron en el patio, ella, sin saber cómo, pudo ver que en realidad no estaban enfadadas, sino que una estaba dolida porque la otra se había burlado de su peinado, pero que se querían. Nuria se lo dijo, y al final las tres terminaron abrazándose.
También pudo notar cómo una tía suya estaba embarazada antes de que ni el médico se lo dijera. ¡Y le dijo que iba a tener una niña y que iba a ser una morenita guapísima que se llamaría Yanire! Y acertó.
También descubrió que una profesora de su colegio estaba muy triste porque le habían detectado una enfermedad, y convenció a sus compañeros para organizarle una fiesta sorpresa que le hizo tanta ilusión que mejoró mucho en su recuperación.
Las gafas seguían sin adaptarse del todo a su cara, pero era divertido llevarlas.

Un día, unos tres meses después de haber empezado a llevar sus gafas que todo lo podían ver, tuvo una sorpresa a la hora del recreo. ¡Apareció la señora de la óptica, Ada, tras los barrotes!

Quería hablar con ella.

-- Menos mal que te he encontrado, Nuria. Llevo visitando colegios un montón de semanas.
-- ¡ Hola! ¿Y para qué querías encontrarme?
-- Pues…verás…resulta que ha habido un tonto error. ¿Vas a estar en el parque hoy por la tarde?
-- Sí. Me llevan mis padres después de clase de baile.
-- Pues dime qué parque es y nos veremos allí, que ya debes regresar a clase.

Esa tarde Ada estaba esperándola en el parque. Saludó a sus padres y les pidió permiso para ir a jugar con Nuria un rato a solas.

-- Nuria, tengo que contarte un secreto que no pueden saber los mayores, por eso necesitaba hablar contigo a solas.
Nuria estaba intrigada…¿un secreto?
--Verás, resulta que mi dependiente se confundió y las gafas que te dio no son las tuyas, son las mías.
-- Pero si veo bien con ellas…-- se extrañó.-- ¿Cómo no van a ser las mías?
-- Es que estas gafas…son mágicas – le confesó Ada—Se adaptan a los ojos que las tienen, por eso ves perfectamente, no necesitan graduarse.
-- ¿Mágicas? – Nuria abrió tanto los ojos que las pestañas se le salieron de las gafas -- ¡Ahora entiendo lo que veía!
-- ¿Has notado sus poderes? – se sorprendió Ada.
-- Veo cosas nuevas, que los demás no ven, y no me refiero solamente a los subtítulos de la tele. Veo sentimientos, pensamientos, eso…

Ada frunció la nariz mientras se quedaba en silencio.

--¿Sabes? – le dijo – Al final me parece que no ha habido ningún error. Las gafas te encontraron, porque tú tienes el don de la magia. Seguro que de mayor serás un hada madrina, como yo.

--¿Tú eres un hada madrina? – Nuria alucinaba. ¡Le parecía estar dentro de un cuento de esos que tanto le gustaba leer! – Ya me parecía que te parecías a Flora.
-- Flora fue mi tatatatatatatarabuela. Pero ese no es el tema ahora…tenemos que arreglar el asunto de las gafas, que tus padres ya vienen a recogerte, tienes que hacer los deberes.
-- ¿Te devuelvo tus gafas?
-- No hace falta, espera. – Y mientras decía eso tocó las gafas de Nuria con su dedo índice, y durante unos instantes las gafas brillaron como cien fuegos artificiales. La niña notó cómo parecían cambiar y adaptarse a su carita.
-- ¡Ya no me aprietan!
-- Claro, ahora estas gafas sí son las tuyas. Acabo de adaptar la montura a ti. Yo me fabricaré otras. Estas gafas son para ti, han querido ir contigo y te enseñarán a ser una buena aprendiza de hada.
-- ¿Y cómo podré serlo?
-- Ayudando a los demás siempre que puedas. Y viniendo a visitarme a la tienda de vez en cuando…yo te enseñaré a fabricar cristales especiales, de esos que tú y yo sabemos que hacen al mundo mejor, ¿verdad? –le guiñó un ojo al decírselo, mientras saludaba con la mano a los papás que ya venían a buscarla.

-- ¡Sí! De mayor voy a ser hada y oculista –decidió Nuria.
-- ¿Así que oculista? – le preguntó su madre que ya estaba a su lado y la había escuchado-- ¡Qué bien! Pero para eso vas a tener que empezar por hacer tus deberes todos los días, ahora que ya no te duele la cabeza al leer.
-- Ya nunca más me va a doler la cabeza – le dijo Nuria mientras despedía a su nueva amiga Hada Madrina -- ¡Tengo las mejores gafas del mundo!

Y, al decir esto, las gafas de Nuria brillaron como pequeñas estrellitas.

¡¡¡Felicidades, Nuria!!!


Nuria G., una de nuestras Palabrincos más activas, cumplió años el pasado martes de Carnaval.
Lo celebra con sus amiguitos el próximo sábado, y le deseamos que lo pase muy muy muy muy muy pero que muy bien.
A continuación vamos a subir tu cuento, dedicado a ti especialmente, por tus nueve añazos y tu sonrisa de cumpleaños.
Un palabrincobrazo y nueve tirones de orejas, ¡pero sin que duelan!

lunes, 28 de enero de 2008

El regalo olvidado.

Ángela era una niña afortunada.
En Navidades y Reyes había recibido montones de regalos. Muchos más de los que había pedido y desde luego muchos más de los que necesitaba.
Era hija única, y tenía un montón de familia y amigos que se acordaban de ella en estas fechas y se esforzaban por hacerla feliz con sus regalos.

Pero lo que más le gustaba a Ángela era jugar con su ordenador, con la consola y ese tipo de juegos electrónicos.
Pasaron días desde las fiestas, y algunos de los regalos estaban incluso sin abrir, apilados en su habitación.

Este año había una novedad en su casa, además: a su papi le había salido un trabajo fuera, y por primera vez tenían que pasarse tiempo separados.
A Ángela la entristecía no tener a su padre todos los días con ella, pero como tenía recién estrenados los juguetes de Navidades, tampoco se dio mucha cuenta al principio.
Hasta que un fin de semana la castigaron sin poder jugar al ordenador ni a la consola.
Ángela descubrió que se aburría. Y empezó a echar mucho de menos a su padre.

--¡Jolines! --pensaba-- Si papá estuviera, podría salir con él a jugar fuera, con la bici o los patines.
-- Si papá estuviera, podríamos jugar a las cartas, o a hacernos cosquillas...

La mami de Ángela, como todas las mamis, tenía que trabajar y cuidar a la vez a su hija y ocuparse de la casa, así que no le quedaba demasiado tiempo para jugar con ella.

-- Tienes muchos juguetes, todavía algunos sin abrir -- le dijo cuando se quejó de que se aburría-- Juega tú solita que yo tengo mucho que hacer, todavía me falta una lavadora, dos planchas, la comida, la cena, la aspiradora...

Así que Ángela se fue a su habitación, a revolver entre paquetes.
Y encontró uno con una nota que parecía la letra de su padre y que ponía: " El mejor regalo contra el aburrimiento".

¿Qué podría ser?

Lo abrió. Era un álbum lleno con fotos de ella. Fotos de ella de recién nacida, fotos de ella con un año, con su primer triciclo, su primer patinete, su primera muñeca, Ángela dejando el chupete, Ángela en su primer día de cole, Ángela con su primer disfraz, Ángela en la playa...
Y cada foto llevaba una nota escrita por sus padres, donde contaban lo felices que habían sido aquel día con ella.

Al final del álbum, había una carta de su padre. Le decía que él tenía otro álbum igualito a ese, y que lo llevaba siempre consigo cuando tenía que salir a trabajar fuera. Así lo leía cada noche y se sentía casi casi en casa, muy cerquita de ella.

Leyendo, leyendo, a Ángela le llegó la hora de dormir en un suspiro.
¡Era cierto que era un regalo estupendo contra el aburrimiento!
Recordar todos los fantásticos momentos que había pasado con sus padres era como leer el libro de su vida. Y era el mejor libro del mundo. Y, además, tenía aún muchas hojas por escribir.

Esa noche le pidió a su madre que le hiciera una foto en la cama,antes de dormirse, con el álbum en las manos, para ponerla a continuación de las demás fotos.
La próxima vez que su padre pudiera venir le daría una copia, para seguir escribiendo todos juntos ese libro que les recordaba cuánto se querían y qué bien se lo pasaban juntos.


Para Ángela, nueve años.

¡Feliz Cumpleaños, Ángela!

Hoy celebra su cumpleaños, nueve añazos ya, Ángela, una de nuestras primeras palabrincos.

Celebró su cumple el sábado pasado con un montón de amiguitos, que se lo pasaron estupendamente.

A continuación voy a subir tu cuento de cumpleaños, espero que te guste y que te sirva para recordar que este año tienes que leer más todavía que el anterior, porque eres un año más grande y te caben más cuentos dentro.

Un abrazo, bonita.

Nuevo año, nuevas entradas

Queridos Palabrincos.

Mami Palabrincos ha pasado otra racha enferma, Navidades incluidas. Pero los Reyes Magos han prometido traerme energías nuevas y un bastón con dibujos malvas, así que vamos a intentar volver a mantener este sitio activo.

Un palabrincabrazo de año 2008 para todos y muchas letras nuevas.

viernes, 9 de noviembre de 2007

Es fin de semana...¡vamos de videos!

Queridos Palabrincos:


Esta es una web de letras, entonces...¿por qué enlaces para videos?


Porque la cultura nace en los libros, pero se desarrolla en todo tipo de artes.
Y este siglo que tenemos recién estrenado casi, este que será vuestro siglo, será el siglo de la cultura multimedia.
Los artistas que realizan videos como los que podéis ver en los links que pondré a continuación han leído mucho. Han aprendido, han desarrollado su creatividad , y nos cuentan historias con medios diferentes a las letras.
Como es fin de semana podéis aprovechar para ver algunas de estas animaciones en la red. Son muy cortitas, divertidas y todas cuentan alguna historia.
Recordad que sólo podéis navegar en compañía de un adulto responsable.
Que tengáis un fin de semana estupendo. Un palabrincabrazo.




El hombre orquesta.

Cuento animado en video que dura menos de cinco minutos y es una preciosidad de historia, con una estética muy cuidada y un final divertido.
http://bebes.guiainfantil.com/kickapps/service/displayMediaPlayPage.kickAction?mediaId=96163&mediaType=VIDEO&as=10254&b=


Shrek Babies.

Video musical de treinta segundos con los bebés de Shrek bailando, os gustará. http://bebes.guiainfantil.com/kickapps/service/displayMediaPlayPage.kickAction?mediaId=103051&mediaType=VIDEO&as=10254&b=



Mi mono Amedio y yo.

Video con la canción de la vieja serie de Marco. Un clásico para vuestros padres…cuando la televisión no tenía mandos a distancia y tampoco hubieran servido para nada, porque sólo había una cadena.
http://bebes.guiainfantil.com/kickapps/service/displayMediaPlayPage.kickAction?mediaId=102887&mediaType=VIDEO&as=10254&b=


Animales cantantes.

Os vais a reir con este ‘casting’ de animales imitando a estrellas musicales. Un montaje estupendo, parece totalmente real. http://bebes.guiainfantil.com/kickapps/service/displayMediaPlayPage.kickAction?mediaId=100522&mediaType=VIDEO&as=10254&b=


La trampa.

Corto animado de humor, con un par de dinos como protagonistas. Medio minuto para reirse. http://bebes.guiainfantil.com/kickapps/service/displayMediaPlayPage.kickAction?mediaType=VIDEO&mediaId=96206&as=10254


Musical robots.

Y este video de animación, con una historia un poco más salvaje y divertida, le gustará seguro a los chicos. Es un prodigio de creatividad en dos minutos. http://bebes.guiainfantil.com/kickapps/service/displayMediaPlayPage.kickActionmediaType=VIDEO&mediaId=96165&as=10254


El baile de la rana.

Seguro que habéis bailado alguna vez el Dragoste Din Tei, inventando la letra como hemos hecho todos. Pues aquí va una nueva versión, para bailar junto a una rana marchosa. http://bebes.guiainfantil.com/kickapps/service/displayMediaPlayPage.kickAction?mediaType=VIDEO&mediaId=95770&as=10254

lunes, 5 de noviembre de 2007

La bruja que no sabía solfeo.


La fiesta de cumpleaños de Cristina había sido la mejor fiesta del año. Había tenido como temática Halloween y la celebraron en la casa de la abuela de Cris que tiene un jardín muy grande ¡hasta con columpios!, y ella había invitado a toda su clase de 3.º de Primaria del Colegio San Lorenzo más algunos amiguitos y familiares.

La hermana de Cris, Ali, había preparado toda clase de juegos divertidos: el juego del susto, el juego de la momia, y otros más. Todo estaba muy bien decorado con adornos que asustaban, la mamá de Cris preparó meriendas que también daban miedo, como las salchichas que parecían dedos muertos o los sandwiches ataudes.

Los niños habían acudido disfrazados de brujas, monstruos, diablos o esqueletos.

A pesar de que era la fiesta la fiesta de las brujas por excelencia, y había que pasar miedo, todos se divirtieron tanto tanto que nadie pasó susto, y esa noche ninguno tuvo pesadillas.

Eso enfadó mucho a la Bruja de las Pesadillas.

Es una bruja de lo más feo, con tantas verrugas en la cara que apenas se le ven los ojos, que los tiene pequeños, brillantes y crueles.

Como no le quedan apenas dientes, a fuerza de morder huesos de niños que secuestra y cuece en su puchero gigante, tiene los labios metidos hacia dentro y la barbilla le queda tan puntiaguda que puede rascar mejillones con ella.

Esa Bruja disfruta sobre todo en Halloween. Los niños pasan tanto miedo disfrazándose, contando historias de terror y pensando en monstruos, fantasmas y brujas, que esa noche tienen muchos malos sueños. Y esta Bruja se alimenta de ellos.
¡Pero los niños que habían ido a la fiesta de Cris no habían tenido ninguna pesadilla!
Es más, llegaron tan cansados y contentos a sus casas que durmieron a pierna suelta toda la noche. Esos niños ya no tenían miedo por Halloween.

Por eso la Bruja decidió vengarse de Cristina. No podía permitir que los niños dejaran de tener pesadillas.

La semana siguiente al cumpleaños, en su cole decidieron celebrar también una fiesta de Halloween. Los niños de la clase de Cris aprovecharon los disfraces que habían llevado a su fiesta y acudieron al colegio disfrazados por la tarde con ellos.
Fue una fiesta también divertida, y ninguno de los niños pasó miedo.

En uno de los juegos, jugaron al escondite, y Cris, disfrazada de bruja, se quedó contando, mientras sus compañeros se escondían por todo el edificio, un precioso torreón muy antiguo, reconvertido en colegio.

Cuando Cris terminó de contar, notó algo extraño. No oía nada. Claro que sus compañeros debían haberse escondido, pero ya sabemos todos que cuando los niños juegan al escondite siempre se escuchan risas apagadas…y no se oía nada. Es más, Cris notaba que de pronto el edificio, siempre tan cálido con madera por todas partes, se había vuelto frío. Todo estaba frío y callado. Y Cris empezó a asustarse.

Buscó y buscó a sus compañeros, pero no consiguió encontrar a ninguno de ellos. Tampoco aparecía su profesora, que se llamaba como ella. Eso era todavía más raro. Allí pasaba algo.

Volvió a su clase y empezó a llamar a sus compañeros a gritos, pero nadie respondía. Cuando estaba tan asustada que empezó a llorar, una risa cruel bajo un sombrero horroroso de bruja se escuchó en el patio al que daban las ventanas de su clase: ¡Era la Bruja de las Pesadillas!


-- Jeje, por fin he conseguido asustarte, pequeña entrometida – le dijo.

-- No te entiendo – le respondió Cris.-- ¿Dónde está todo el mundo? ¿Le has hecho algo?

-- Claro. Les he secuestrado. Tú me has quitado mis pesadillas con esa tonta fiesta tuya donde todos se divirtieron tanto, y yo te he quitado a tus amigos. Y ahora tú estás asustada. Te lo mereces, por no respetarme.

--¡¡No es justo!! – protestó Cris – Si tú no sabes hacer bien tu trabajo de bruja, no es justo que me quieras castigar a mí y a mis amigos. Eres una bruja inúti, yo no tengo la culpa.

-- ¿¿¿Qué soy una bruja inútil???—se enfadó aún más la Bruja-- ¡Soy tan capaz como cualquiera, niña sabiondilla! Soy capaz de hacer todo lo que hacen las demás brujas, o cualquier otra persona y mejor.

-- ¿Sí? – Cris empezaba a tener un plan en su cabeza – Demuéstramelo. Y si no puedes, tendrás que devolverme a mis amigos.

La Bruja mordió el anzuelo que le tendía Cris y aceptó el reto.

-- Vamos a concursar en cualquier cosa, y ya verás cómo te gano. Y cuando te gane, te llevaré a ti también secuestrada.

-- De acuerdo –aceptó Cris—Pero yo elijo el juego, que soy más pequeña y no soy bruja.

La Bruja, muy convencida de su superioridad, le dejó elegir el juego con el que iban a competir.

-- Vamos a jugar a las canciones – le dijo Cris que era capaz de tocar de oido casi cualquier canción e iba a clases de música y al coro – Una tararea una canción y la otra tiene que reconocerla. La primera que se equivoque, gana.

La Bruja empezaba a sentirse algo insegura, hacía décadas que no escuchaba más canciones que las nanas que las madres cantaban a los niños mientras ella esperaba al lado para meterse en sus pesadillas, pero como era una bravucona, siguió adelante.

--¡Te voy a ganar, mocosa!

-- Ya veremos, empieza tú –le dijo Cris.

La Bruja empezó a tararear las notas de una nana, no recordaba ninguna otra canción en ese momento…Estaba segura de que una niña tan mayor no se acordaría ya de ninguna nana.

-- ¡Es la Canción de cuna de Brahms! – adivinó Cris.

-- ¡Pero si es una nana! Tú no deberías escuchar nanas – se enfadó la bruja.

-- Serás tonta…¡es una composión clásica preciosa! Y Brahms un gran músico, bruja analfabeta. Ahora me toca a mí…a ver si sabes qué es esta canción.

Y Cris empezó a entonar las notas del Himno a la Alegría. Tal como imaginaba, la Bruja no había escuchado nunca una Sinfonía de Beethoven, y no sabía qué estaba cantando.

Cuando Cris terminó, la Bruja aún no había aventurado un título.

-- ¿El himno del Sporting? – insinuó la Bruja.

-- ¡Jaja!, te has confudido. Es la Novena de Beethoven.

--¿Y ese en qué equipo juega?

-- En el Atlético Solfeo – se burló Cris – Ahora tienes que cumplir tu palabra.

Y a pesar de lo mucho que le fastidió a la Bruja cumplirla, tuvo que hacerlo, existe una comisión deontólogica en el Colegio de Brujas que vigila que ninguna de sus miembros incumpla una promesa, para mantener el buen nombre del colectivo, so pena de expulsión y quema del sombrero.

Así regresaron todos los compañeros de Cris, que nunca habían pasado tanto miedo jugando al escondite.

Pero, cuando ella les contó cómo había derrotado a la bruja, se rieron tanto con la historia que ya no tuvieron pesadillas esa noche, ni pasaron nunca más miedo en Halloween.

Eso sí, empezaron a aplicarse mucho más en las clases de música, para no parecerse a la bruja tonta que no conocía ni el Do-Re-Mi.

Feliz cumpleaños a...

¡¡Cristina!!




Nuestra Palabrinco Cristina cumple hoy años.

Felicidades, Cris.

A continuación subiré el post con tu cuento, para que todos tus amigos y los amigos de Palabrincos puedan leerlo.

Un abrazo y que leas mucho en todo este nuevo año que estrenas.

viernes, 26 de octubre de 2007

El conejo que comía flores.

El conejo que comía flores




Miqui era un conejo gracioso y pequeñito.

Era hijo de una coneja que había ganado un montón de premios, una coneja con un pedigrí envidiable entre los conejos. Su madre había ganado todos los premios posibles entre las mascotas como ella.

Cada uno de sus hijos, todos los hermanos anteriores a Miqui, también habían sido conejos galardonados.

Pero, cuando Miqui nació, los dueños de su mamá se sintieron desilusionados: Miqui era flacucho y no sabía levantar sus orejas.

Los niños de la familia de Miqui y su mamá practicaban atletismo en una pista a las afueras de la ciudad, y empezaron a llevar con ellos a los conejos, para que respiraran aire puro y corrieran un poco por los prados, en espera de que el bebé conejo mejorara de aspecto.

Allí también practicaba atletismo Jimena, una niña morena y vivaracha que iba a cumplir ocho años.

Le gustaban mucho las mascotas y, en cuanto vio a los conejos, se quiso hacer amiga de ellos.

La mamá coneja, muy presumida, no le hizo caso, pero Miqui agradeció sus caricias: en su casa nadie le acariciaba, porque les parecía feo. En pocos días se hicieron amigos.

La familia de Miqui seguía sin conseguir que el conejo pareciera lustroso y feliz. En cambio, Jimena había empezado a lograr que el conejito la siguiera caminando por el campo cercano a las pistas de atletismo donde entrenaba.

Un día, Jimena se dio cuenta de que el conejito miraba extasiado un prado cercano lleno de flores. Lo cogió en brazos y lo llevó hasta ellas.

Para su sorpresa, ¡Miqui empezó a comerse las flores!

Comía como nunca había comido la comida preparada que le daban en su casa y que no terminaba, motivo por el que no terminaba de engordar ni de recuperar brillo en su pelaje.

Cada día, Jimena llevaba a escondidas a Miqui al prado con flores, donde se atiborraba de ellas.

Una tarde, uno de los niños de la familia de Miqui la sorprendió.

Se burló del conejito y de ella y corrió a contárselo a sus padres. La abuela de Jimena, que la llevaba cada día a entrenar, les explicó que la niña se había hecho muy amiga del conejito. Los dueños le dijeron que estaban pensando en librarse de él, porque no les gustaba: no comía apenas y no podría ganar premios.

Cuando a la semana siguiente Jimena celebró su cumpleaños, sus abuelos la sorprendieron con el mejor de los regalos:

¡Miqui!

Se lo habían comprado a sus dueños, para que Jimena y él pudieran ya estar juntos para siempre.

Pero los abuelos le dijeron que el conejito no comía bien, y que podría enfermar si seguía así, que tendría que cuidarlo mucho.

Jimena siguió llevando a prados con flores a Miqui, y allí las comía y comía, pero las flores, por muy bonitas que sean, son poco nutritivas, sobre todo para un conejo.

La comida enlatada la rechazaba, y el conejito seguía flacucho.

Ese fin de semana, Jimena fue a la compra con su madre y su hermana, Triana. Al pararse en el puesto de las verduras vio unas zanahorias tan bonitas como no había visto otras:

Tenía todo su tallo verde, como si fuera un ramillete. ¡Y tuvo una idea!

Convenció a su madre para comprar media docena, las ató como si fueran un ramo, y paró por el camino a recoger flores silvestres con su hermana.

Al llegar a casa, trenzó entre las hojas de las zanahorias las flores recogidas, y se las ofrecieron a Miqui.

El conejito levantó las orejas, por primera vez en su vida, al olisquear aquella rica comida que parecía todo un prado de flores en su casa.

Y se lanzó a comer como un loco las zanahorias. Se las terminó en menos tiempo de lo que se tarda en contarlo.

A partir de entonces, Jimena le dio zanahorias a su conejo cada día, mezclándolas con margaritas, pensamientos, siemprevivas, o cualquier tipo de flor que encontraba en el campo.

Y Miqui creció y engordó, su pelo empezó a brillar, aprendió a levantar las orejas mejor que ningún otro conejo y…¿sabéis qué?

Que en su cumpleaños Miqui ganó su primer concurso.

Aunque a Jimena no le importaba que su conejito ganase o no, para ella siempre había sido un campeón.



miércoles, 24 de octubre de 2007

¡Ya puedes ser un Palabrinco con carnet!

Queridos Palabrincos:

Ya tenemos impresos los carnets para demostrar que sois un Palabrinco de pleno derecho.

Cualquier niño que visite la web, al que le gusten los cuentos, leerlos o escribirlos, puede ser un Palabrinco.

Que uno de vuestros padres y/o tutores nos envíe un mail a


palabrincos@palabrantes.com


y la mami de los Palabrincos escribirá a vuestros padres para comprobar los datos y os enviará sin ningún coste por correo un carnet Palabrinco y alguna otra sorpresa.

Si algún papá quiere contactar conmigo por teléfono, que me envíe un mail a esa misma dirección de correo electrónico o un sms y yo le llamaré a cualquier teléfono fijo, para que confirme mis datos:

María de Juan -- Palabrincos.com-- Palabrantes.com

Teléfono móvil (España): 629443627



Recordad niños que en las webs infantiles no debéis navegar sin adultos que os acompañen, que tenéis que confirmar cualquier información que os den y nunca nunca nunca deis ningún dato personal vuestro sin permiso de vuestros padres.

Un palabrincabrazo.

Mami Q.

lunes, 8 de octubre de 2007

La canción del anuncio de Calvo

Confesad, Palabrincos...

¿a que habéis intentado aprenderos la letra de la canción del anuncio de Atún Calvo?

Os dejo la letra y el enlace a la url (si no sabéis qué una url lo preguntáis a padres, hermanos mayores, profes de informática o al enterado de la clase que parece que vive en la Wikipedia -- no está permitido no saber qué es la Wikipedia, la antigua Enciclopedia Británica y yo nos ofenderíamos, además de que tenéis el enlace en la izquierda del blog--).

http://www.youtube.com/watch?v=uJKITkG1vgk

Por supuesto...no tenéis permiso para ir por YouTube sin un adulto que os acompañe. En Internet pasa como en las calles que no son peatonales: necesitáis un adulto con vosotros para cruzar si no hay semáforos...y en la red aún no los han instalado.

La letra es esta:

Hú! Há!
Sacatam Sacatum tam tam tam que summun pen que tum pan que tepetepetam to que summun que tum.
Hú Há!
Sacatum Sacatum tam tam tam que summun pen que tum pan que tepetepetam to que summun que summun.
Que tum!

Esta es la versión del anuncio donde salen mayores.

Y la versión del anuncio donde salen los niños, o sea, la del paté de atún Calvo, podéis verla también en YouTube en esta url:

http://www.youtube.com/watch?v=np5E5L0Z9Wo

La diferencia básica de la letra es que termina diciendo "que unta que tun", en lugar del final de los mayores.

El atún, por lo demás, es un alimento muy sano, no olvidéis incluirlo en vuestros bocadillos para el cole o la merienda.

Besinos.

Mami Q.

Vuelta al cole y al Blog de los Palabrincos.

Las Mamis también pasamos malas rachas y también enfermamos.
Mami Q., la mami de este rincón de los Palabrincos, ha pasado uno de esos baches en verano.

Pero ahora, superada la vuelta al cole, os amenazo con llenar este blog de post uno tras otro.

Empezaré a colgar novedades ahora mismo.

Feliz vuelta al cole.

Espero que este curso escolar tengáis montones de historias nuevas que os hagan muy felices, y aprendáis tantas palabras hermosas que os salgan por las orejas.


Mami Q.

lunes, 11 de junio de 2007

Cuentos hablados en varios idiomas

Queridos Palabrincos:

Me acabo de encontrar esta joya de web, con cuentos hablados clásicos, donde además de tener una interface muy cuidada, podéis escuchar los cuentos de siempre en diferentes idiomas: inglés, francés, idiomas autonómicos...¡una forma muy divertida de aprovechar el ordenador en estas prevacaciones! Y os sirve de práctica para vuestras clases de idioma.

Un abrazo, que la disfrutéis.

Mami Q.

http://www.childtopia.com/index.php?module=home&func=cuentos&myidioma=spa&idphpx=cuentos

Y la web principal de este sitio es esta:

http://www.childtopia.com/

miércoles, 6 de junio de 2007

Los palabrincos están casi de vacaciones

En Junio, ya sólo hay media jornada de clases y tenemos más tiempo para salir a la playa, a los parques, a pasear...
y, cuando hace mal tiempo o no se puede salir, podemos aprovechar para leer y para navegar por páginas educativas e interesantes.

Aquí os dejo unas cuantas:

http://www.sonypicturesreleasing.es/movies/spiderman3/site/index_spa.php?lang=spa

Spiderman 3
Trailer, descargas y más cosas.

http://www.ideam.gov.co/ninos2/ludico02.htm

Esta web la ha hecho el Museo de la Ciencia y el Juego de la Universidad de Colombia. Súbete en su original autobús, y visita el mundo del medio ambiente, del suelo, de la atmósfera, de la hidrología para realizar cantidad de actividades muy entretenidas y educativas.

http://wumpasworld.com/

El mundo helado de Wumpa. Una fantástica web para los Palabrincos de tres a cinco años. Contiene multitud de juegos educativos, divertidos, en un entorno con un fantástico diseño. Incluye una guía para los padres.

http://www.joves.org/jocs.html

Juegos del Mundo. Una fantástica página que te va a enseñar a jugar, ¡como todos los niños del planeta! ¿Nunca te has preguntado a qué juegan en Japón, en Ucrania, en Senegal, en Chile o en Canadá? Descubre cómo se divierten los demás niños como tú, y aprende que se puede ser un Palabrinco en cualquier lugar de la Tierra.

Espero que os gusten, seguiré colgando lo que encuentre y merezca ser una web palabrinco.

viernes, 27 de abril de 2007

De Alicia para Lucía Martínez.

El anillo de la amistad.

Cantábase una vez, que había dos amigas de cinco años, muy amigas, tan tan amigas, que se llamaban entre ellas ‘’las amiguísimas".
Las niñas eran Alicia y Lucía. Eran compañeras del mismo colegio, pero Lucía había empezado un curso más tarde que Alicia. De todas formas, en cuanto se vieron, se gustaron: eran inseparables, donde iba una, iba la otra. Todo lo hacían juntas y disfrutaban de ello.
A Alicia le gustaban mucho los cuentos, le encantaba leerlos, tanto que a veces se concentraba demasiado y parecía que se metía dentro del mundo cuento mismo.
Un día hubo excursión en su colegio, el Colegio San Lorenzo, y Alicia y Lucía estaban muy contentas por poder ir de excursión juntas. Se sentaron juntas en el autobús, formaron fila juntas, comieron juntas…
Estaban especialmente felices porque ese día era el cumpleaños de Lucía. Para celebrarlo, Lucía le regaló a su querida amiga un anillo: era igual que el que ella llevaba en la mano, un anillo azul con un conejito mágico. Al dárselo le dijo:
-- Ahora sí que estaremos siempre unidas, llevamos el mismo anillo.
Después de la comida, Lucía decidió dormir un rato. Alicia, en cambio decidió seguir leyendo el libro que había traído en su mochila.
Alicia era un tanto inquieta y, para leer, se puso a caminar alrededor del campamento. Sin darse cuenta, se adentró en el bosque que rodeaba su zona, y, antes de lo que se tarda en contarlo, se perdió.
Cuando las profesoras llamaron a los niños para subir al autobús, Alicia no aparecía.
Lucía fue la que más se preocupó, porque no entendía que su amiga se hubiera marchado sin ella.
Rápidamente se puso en marcha un dispositivo de búsqueda de la niña. Acudieron los servicios de emergencia y los sanitarios.
Alicia, mientras tanto, no se consideraba perdida. Ella seguía leyendo su cuento, campo a través. Pero, cuando lo terminó y pensó en regresar, se dio cuenta de que se había alejado demasiado y no sabía cómo volver.
Alicia era una niña tranquila. No se asustó. Se sentó justo donde estaba y decidió echarse una siesta, segura de que la encontrarían tarde o temprano.
Pero Alicia no sabía que el bosque en el que se había adentrado en sus andanzas, era parte del Parque Nacional de los Picos de Europa, muchos km. cuadrados, algunos con zonas aún inexploradas.
Cuando los servicios de Protección Civil llegaron para ayudar en la búsqueda de la niña, Lucía escuchó cómo decían a sus profesoras que podría ser difícil localizarla.
Así que Lucía se dio cuenta de que tal vez no podrían encontrar a su amiga. ¿O tal vez sí?
Lucía se había dado cuenta de que el anillo que le había regalado a su amiga estaba conectado de alguna forma con el suyo.
Cuando las dos estaban juntas, los ojos de los conejitos que había en los anillos, brillaban.
Y, ahora, no brillaban.
Lucía le contó el secreto de su anillo a algunas de sus amigas: Lucía Suárez, Alejandra, Nadia, y Pablo …
En menos que se tarda en contarlo, los niños se escaparon hacia el bosque, siguiendo el rastro que marcaba el anillo de Lucía.
Apenas se adentraron en él, el anillo comenzó a parpadear: ¡Alicia estaba cerca!
Los niños siguieron el parpadeo cada vez más intenso del anillo de Lucía y así llegaron hasta el árbol bajo el cual Alicia se había quedado dormida.
Todos celebraron el haberla encontrado, sana y salva.
Pero, ahora, tenían un problema: había que regresar al campamento, y no sabían el camino.
Pero Alicia se dio cuenta de que su anillo con un depósito de purpurina dorada, se había abierto durante la excursión, así que animó a sus amiguitos a buscar un rastro de purpurina dorada.
¡Y lo encontraron!
El anillo que Lucía le había regalado había marcado el camino de llegada, así que solamente tenían que seguirlo para conseguir salir del bosque.
Eso hicieron y, en apenas media hora, llegaron hasta el claro donde su clase había montado su campamento.
Allí estaban los padres de todos ellos, avisados por el colegio ante la idea de que se hubieran perdido dentro del inhóspito bosque. Se pusieron muy contentos al verlos llegar sanos y salvos, y ellos se sintieron felices al verse así recibidos.
Pero ni Lucía ni Alicia les contaron a sus familias los poderes que habían descubierto en sus anillos: sabían que hay magias que sólo los niños pueden percibir.

miércoles, 25 de abril de 2007

Para Ángela Fernández, de Albira.

La pulsera de estrellas felices.

Cantábase una vez que había dos amigas, muy amiguísimas. Eran inseparables desde el primer el primer día del primer curso de guardería.

Las niñas, que hasta se parecían físicamente, se llamaban Ana y Ángela.
Durante años hicieron montones de cosas juntas. Eran inseparables. Siempre buscaban la fórmula para estar una al lado de otra en excursiones o en cualquier otra actividad del colegio.

Pero, un buen día, Ángela tuvo que mudarse. Su padre había encontrado trabajo en otra ciudad y todos, ella, su madre y su padre, tenían que irse a vivir a muchos kilómetros de distancia.
Durante semanas, Ángela le ocultó a su amiga su inminente marcha, para no entristecerla. Ella ya estaba muy triste, sabiendo que dejarían de verse a diario y, con su buen corazón, no quería que su amiga sufriese como ella estaba sufriendo.

Durante esas semanas previas a la mudanza en que Ángela guardó silencio, se dedicó a tejer una pulsera para su amiga: era una pulsera preciosa, todas las cuentas eran pequeñas estrellas, estrellas con una carita sonriente que ella había dibujado con un rotulador especial, pacientemente, estrellita a estrellita.

La noche antes de regalarle la pulsera a su amiga del alma, Ángela rezó a su Hada Madrina: le pidió que su amiga nunca la olvidara. Y el Hada, conmovida por su sentimiento tan sincero de amistad pura y verdadera, le concedió el deseo y, tocando con su varita mágica la pulsera que había estado tejiendo durante semanas, la transformó en una pulsera mágica.

Cuando esa mañana Ángela fue a clase, dispuesta a confesarle a su amiga que no volvería al mismo colegio el curso siguiente, guardó con cariño la pulsera en su mochila. La notó algo diferente, era como si la pulsera, de pronto, pesase más, hasta tenía un brillo extraño, casi mágico.

En el patio, durante el recreo, Ángela habló con su amiga Ana. Ana se puso muy, muy triste, al saber que no volvería a compartir ratos como aquel con su amiga querida. Ella, para compensarla, sacó la pulsera que había tejido para ella, y se la regaló.
Ana se la ciñó en la muñeca y, en el mismo momento en que se la ató, en el patio del colegio (construido sobre un antiguo torreón medieval), apareció un hada de aspecto tan bello que no podía ser de este mundo.

Las demás niñas no parecían poder verla, pero las dos amigas sí.

-- ¿Quién eres? -- preguntó Ángela, la más intrépida de las dos.

-- Soy el Hada de la Amistad. He escuchado vuestros deseos de permanecer unidas para siempre y he hechizado la pulsera que Ángela ha tejido. Cada cuenta de esa pulsera os permitirá poneros en contacto una con otra. Sólo tienes que sacarla de la pulsera, Ana, y lanzarla al cielo. Así siempre podréis hablar entre vosotras cuando tengáis ganas.

Las niñas se pusieron muy contentas al escuchar esta noticia, y se dieron un gran abrazo para despedirse: Ángela ya no volvería al colegio al día siguiente.

Al siguiente domingo, por la noche, ya en su cama, Ana probó a seguir las instrucciones que el Hada le había indicado: desenhebró una cuenta de la pulsera, salió a la terraza de su habitación, y la lanzó hacia el cielo, mientras decía en voz alta:

-- Quiero hablar con Ángela.

De pronto, en su habitación surgió una luz como una luciérnaga, que se fue haciendo más y más grande, hasta convertirse en la imagen de su amiga, en su nueva habitación, en su nueva ciudad. Las dos empezaron a hablarse y contarse novedades, muy contentas por poder hacerlo.

Ana cada vez utilizaba más y más cuentas de la pulsera mágica, para poder hablar con su amiga casi todas las noches.
Cuando llegó el cumpleaños de Ana, sólo quedaba ya una cuenta.
A pesar de los regalos que tuvo, y de la gran fiesta a la que acudieron todos sus amigos, Ana estaba deprimida.
Sabía que sólo le quedaba una oportunidad para hablar con su amiga.
Así que, cuando le tocó el turno de apagar su vela en la ludoteca donde sus padres la habían llevado con sus amiguitos, más de una docena, a celebrar su cumpleaños, sólo pensó en un deseo:

Que pueda seguir viendo a Ángela.

Y, cuando se encendieron las luces y la niña ya había apagado su tarta, Ana descubrió que su pulsera, la que seguía llevando en la mano, tenía de pronto todas sus cuentas intactas, como si nunca hubiera gastado ninguna.

Incluso, en una esquina de la sala, le pareció vislumbrar, durante un instante, al Hada de la Amistad, que le guiñaba un ojo, señalando al mejor regalo que había recibido esa tarde: una pulsera de estrellas felices que nunca se acabarían.

Y ese fue el mejor cumpleaños de su vida.

viernes, 20 de abril de 2007

Cuando Albira tenía cinco años...

...le escribí esta historia en otro blog.

Creo que se merece que la reproduzca aquí.

Felices ocho, hija mía. Espero que siempre seas tú con A.

2004

-- Mira, mami -- me dice mi hija mayor, casi cinco años de sabiduría y dos ojos negros que no se cierran del todo ni para dormir, como si tuviese miedo de que el mundo desapareciera si ella corriese del todo las cortinas de su interrogación hecha pupilas-- ahora somos una eme.

Albira se refería a que en ese momento iba caminando cogida de la mano de su abuela y de la mía, y parecíamos formar el perfil de dicha letra mayúscula.

En ese instante su abuela soltó su mano, y rauda como el viento, Albira explicó:
-- Y ahora sólo quedamos nosotras, que somos una ene.
El resto del paseo nos dedicamos a atribuir letras a las personas:
--Mira, un señor con bastón y bigote...es una eñe.
-- Y aquella mujer embarazada, una be.
-- ¿Y si está embaraza de mellizos será be mayúscula? --sugirió mi hija entre risas.
-- La amiga que empuja el carricoche de bebé, una ge minúscula, ¿no crees?
-- Síííí, y cuando el niño pase a usar la sillita de paseo, ¡una erre pequeña!-- la niña cada vez se emocionaba más con el juego.
Pasó una vecina a nuestro lado. La típica que abre tanto la boca para sonreír porque así le caben más cotilleos dentro.
-- Albira, qué guapa estás, mamá debe haberte puesto de rebajas. ¿Hoy no hay cole? ¿Seguro que has pillado el virus ese que tiene la vecinita del tercero, a que sí?
En cuanto la hubimos traspasado, sin pararnos a su lado, dirigiéndole no más que un breve saludo, Albira sugirió entre risas pícaras:
-- Esa es una hache.
-- ¿Hache? --Yo no veía la relación-- ¿Mayúscula o minúscula? Una hache mayúscula podría ser un enfermo en camilla, una minúscula, un anciana en bastón, pero...esta señora, no sé...
-- Sí, hache, mami. La hache es una letra molesta, que se empeña en estar donde no la esperas, que no sirve para nada, ni para pronunciarse siquiera, pero que no te puedes librar de ella o encima te ganarás una regañina por hacer mal el ejercicio. Es una letra que debería convertirse en humo, ¡umo sin hache, claro!

Y las dos nos reímos imaginando a la vecina convertida en humo, ella y todas las haches del mundo, y las personas que sólo servían para haches, dejando un planeta mucho más limpio y respirable.
A partir de ahí, descubrimos que las personas pueden ser letras en su aspecto y en su interior, y el juego dio de sí durante un buen rato.
Sobre qué letra se atribuyó a sí misma Albira, diré que fue la A de Escritora.
Ya, ya...escritora se escribe con e, pero, si se tienen cinco años y se quiere imitar a mamá y decir que de mayor se quiere ser escritora, ¿por qué ponerle límites al abecedario?
Para mi hija, escritora se deletrea empezando por la A de Albira.


Mami Q.

Soy Albira y conmigo se creó un mundo.

Mañana cumplo ocho años.
Pero yo nací mucho antes: mi mami me inventó hace más de quince años, cuando creó mi cuento y la historia que lleva mi nombre.

Soy Albira, la primera de muchas futuras Albiras, y esta es la historia de la primera Albira del mundo de los Palabrincos...el mundo de las Cantadoras de Cuentos. Si tu mamá aún te cuenta cuentos, como la mía, si incluso los inventa...seguro que tienes un sitio en Palabria, el mundo de los cuentos sin fin. Puede que hasta nos hayamos conocido allí.


Albira, o de cómo nació el mes de ABRIL.
Abril empieza a acariciar nuestros ojos abiertos, ansiosos de sol y júbilo, hambrientos de miel y flores. Abril es un mes pequeño, casi chiquito en su nombre, en su forma, y en su cielo. Ni es marzo -fin del invierno-, ni es mayo -primavera en los campos-. Es un mes que ni es, ni no es, ni quiere ser.
Dicen que cantan las viejas -aunque siempre suenan frescas- Cantadoras de Cuentos que, una vez, hace muchísimo tiempo, cuando no existía la historia escrita, ni falta que hacía entonces, el año tenía solamente once meses.
Era una época en que la gente con años más cortos era más vieja más pronto, tenían menos tiempo para ser felices y la juventud parecía marchitarse primero, al perder, cada año, uno a uno, muchos meses.
Nació, en aquellos días en que cada bebé era una sonrisa y un regalo inesperado, una niñita.
Apareció -nadie sabía por qué, pero tampoco nadie se lo preguntó- en un campo verde, verde como mil hojas de mil árboles distintos, como el fondo de los acantilados, como los ojos de la mujer del poeta, y lleno, tan lleno que no se veía la tierra dorada, de diminutas joyitas con pétalos y brillantes de rocío.
La niñita, feliz y sonriente, jugueteó con los rayos de sol que pugnaban por entrar en su boquita, sin protestar ante su abandono. Ni siquiera reclamó con su llanto la atención de un mundo que tan despreocupadamente ignoraba su existencia.
El primer campesino que pasó por allí se la llevó a casa. La niña no iba vestida con ropa, sino que su cuerpecito había sido envuelto en un edredón de rico brocado color vino blanco, en el que aparecía bordada la palabra ALBIRA. Como ignoraban su posible significado, en un pueblo en el que la sabiduría residía en las abuelas curanderas, todos encontraron justo empezar a llamar a la niña así.
Albira no se quedó en una sola casa, no pasó a formar parte de ninguna familia determinada. La niña era patrimonio común de toda la aldea, aunque, desde luego, no se tratase de una niña nada común, precisamente.
Nunca habló. Ningún adulto consiguió hacerla hablar. No parecía tener una incapacidad específica, e, incluso, algunos chiquillos afirmaban que la habían oído cantar cuando se alejaba en el interior de algún campo con flores. Pero los mayores aseguraban que eso no eran más que fantasías de niños.
Como fantasías debían ser esas historias que circulaban por el pueblo y que hablaban de que se había visto a Albira en las noches sin luna merodeando por las casas y los establos, y que, al día siguiente de su visita, tal gallina había puesto huevos de dos yemas, o aquella vaca ya vieja había quedado preñada.
Sí que era cierto que, en las mañanas escarchadas, aparecían flores frescas en las ventanas de todas las jóvenes enamoradas, y, en las que aparecía una rosa amarilla, habría una niña que nacería en la casa esa primavera. Pero, eso, argüían los adultos, serían tonterías de la niña, que al no tener un techo fijo al que acudir, vagabundeaba a su antojo, querida de todos pero libre como la brisa vespertina.
Albira tampoco aprendió a leer, ni quiso ir a la escuela. A veces pasaba la mañana mirando con sus ojos dulces e interrogadores, de color cambiante, a través de la ventana abierta en la parte posterior del aula. Pero no entraba. Algún otro niño dijo que, como en el verde de la pizarra no había flores, Albira se aburría en el colegio.
Comía muy poco. Parecía alimentarse del aire y de sonrisas. Siempre sonreía. Y a donde iba celebraban su llegada, porque sembraba risas incluso en mitad de una disputa.
Si había una riña, aparecía Albira, acompañada siempre de un animalito que había encontrado enfermo: un corderito, un gato recién nacido, e incluso un lagarto que había perdido la cola, y entonces ya nadie podía mantener su enfado. Sus ojos insondables, profundos como un par de lagunas tranquilas, limpios como la bondad y cálidos como el corazón de una madre, miraban ..., y se disolvían los malentendidos. Parecía ser capaz de encontrar para los demás, en cada momento, la esencia de las cosas, y, ante la verdad de lo sencillo, nadie podía sentir sino armonía y paz.
Y las gentes comenzaron, poco a poco, tal como nos atan las diminutas cadenas de los hábitos, a vivir más sencillamente, a disfrutar más lentamente, a ser más felices durante más tiempo. Y el tiempo mismo se volvió más sencillo, y, en su benevolencia, dibujaba menos arrugas en los rostros, las canas no se acordaban de hacer su aparición y hasta los bebés, felices de serlo, agotaban hasta el último aliento de su niñez, retrasando su crecimiento.
En su nueva forma de vivir mejor y más a gusto, un día los del lugar se dieron cuenta de que les sobraba tiempo, tanto que incluso les sobraban días, suficientes días incluso para que les sobrase un mes. Todo un mes entero para ser más felices.
Decidieron dar una gran fiesta para celebrar la buena noticia y decidieron festejarlo en tal día como alguien -ya no recordaban quién- había encontrado a Albira, años atrás.
Pero Albira ya no estaba. Nadie la había visto. Nadie sabía tampoco cuándo se había ido. Ni a dónde. Había regresado, como una vez había venido, sin llanto, a su mundo, cualquiera que fuese.
La fiesta se celebró de todas formas. No podían estar tristes por la pérdida de su pequeña, porque en realidad nunca había sido suya. Además, ya habían olvidado cómo no estar contentos. ¡Cómo no estarlo con todo un mes de más para disfrutarlo!
Alguien recordó, en plena conmemoración, que tenían que ponerle nombre al nuevo mes. Y le llamaron Albira.
Pero como no tenían historia escrita y el tiempo sí desgasta las palabras, que no los corazones, nosotros lo llamamos Abril.
Lo que no hemos olvidado es que este mes continúa siendo una fiesta, una ocasión especial para la luz y la alegría, para celebrar el placer de estar vivos y para dar gracias por cada color, cada olor, cada sonido más intenso.
También dicen que, a veces, continúan apareciendo rosas amarillas en las ventanas de las jóvenes que van a dar a luz una niña en la primavera siguiente.


viernes, 13 de abril de 2007

Soy Albira, un palabrinco.

Soy Albira, tengo ocho años recién cumplidos y soy la mayor de los tres palabrincos que viven en mi casa.
Los otros dos son mis hermanos Alicia de casi seis años y Mario de casi año y medio.

Un palabrinco es un niño al que le gustan los cuentos, las historias, las adivinanzas, los trabalenguas, los chistes, las poesías, ...un niño que brinca de gusto con las palabras.

Palabrincos es la hijita pequeña de Palabrantes, la web de adultos de mi mami, una escritora forofa de las palabras, de todo lo que se puede hacer con ellas, y del castellano.

Le encanta la letra Q, dice que se está perdiendo y quiere que montemos una plataforma de defensa de la Letra Q, que es tan española como la eñe, aunque no la llevemos en el nombre del país.

Por eso suele firmar sus textos para niños como Mami Q., aunque también a veces se convierte en Ena, la Última de las Cantadoras de Cuentos, o en alguna otra sorpresa.

Nos iremos leyendo por aquí...habrá montones de historias llenas de ques, seguro, si las escribe mi mami sobre todo.

Albira.
Abril 2007